Creo que esta vez hablo demasiado, típico…
Pero la historia comienza con que salimos a eso de las 3 de la
tarde, creí yo que a predicar y a llevar a otros de lo que tenemos. Pero Dios
es tan bueno que sucedió todo lo contrario y yo recibí mucho más de lo que fui
a dar.
Conocimos a Luz*, una mujer hermosa con un pasado horroroso.
Actualmente es una enferma mental que deambula por el Conde, hablando sola
diciendo cosas sin sentido que parecen pero no son locuras (algunas malas
concepciones, pero no locuras).
De la conversación pudimos deducir que al parecer se prostituyó
desde muy corta edad: “Yo no me concentraba en clases, por esperar que
llegara la noche y mis maridos” decía ella.
Mencionó haber abusado de las drogas y del alcohol. Tanto que se
nota que es cierto. Lo que más me sorprendió es la gran cantidad de
información que posee en su cabeza, de diversos temas. Incluso sabía que Dios
envió a Jesús, sabía que sin Él no podía hacer nada. Pero luego decía cosas
como:
“Yo lo que necesito es un hombre…”
“Cuando se llega a la gloria Dios te hará de raza blanca como los
europeos…”
“Yo no he sentido eso que la gente siente cuando dice ‘aleluya’ y
‘gloria a Dios’...”
“Yo lo busco y no lo encuentro…”
Y más...
Cuantas mentiras en su cabeza. Cuantas mentiras que le evitan ver
la verdad de Dios.
Qué pude aprender de Luz*? Qué
tendrá que ver ella con mi vida?
Por la gracia de Dios no tengo un pasado similar al de ella;
aunque mi pasado sí es oscuro y horroroso. Mi entendimiento sí fue arruinado
por el pecado, mi cabeza también estaba llena de mentiras. Hasta que Cristo
vino a ella y desempolvó el desastre de mente que tenía.
Aunque incluso ahora, siendo cristiana, debo admitir que muchas
veces actúo como Luz*; repito una y otra vez las mentiras que antaño creí. En
ocasiones la lucha es horrible. Se siente como cuando tienes una hebra de pelo
en alguna parte del brazo; la sientes, te molesta, pero por más que la buscas
no la encuentras o no la puedes despegar. Esas mentiras se esconden, de una
manera obvia, en mi corazón y es todo un proceso encontrarlas y despegarlas de
mí.
Gracias a Dios, en el mundo no hay necesidad que no pueda ser
satisfecha, y sí se pueden encontrar y despegar esas mentiras: para esto
hagamos juntos un pequeño experimento. Busca una botella (puede ser mental).
Procedamos a llenarla de agua. Ahora, sabes cual es la manera más rápida de
sacar toda el agua?
La volteas? La exprimes? La sacudes para crear un tornado?
Sí, todas estas formas funcionan, pero debo decirte que existe una
forma más rápida:
Razonemos juntos, el objetivo es sacar el agua. Pero la botella no
puede quedarse vacía, es una imposibilidad física (al menos que la conectemos a
una máquina que la selle al vacío..entonces la botella no serviría de mucho).Al
vaciar el agua la botella queda llena de... aire. BINGO, la respuesta está ahí.
El objetivo no es sólo sacar el agua rápidamente sino llenar la botella de
aire. Por lo que la forma más rápida de sacar toda el agua es llenando la
botella lo más rápido posible de aire.,
Wow: La forma más rápida de sacar las mentiras de tu corazón es
llenando tu corazón de verdades lo más pronto posible.
Ese fue el reto para Luz*, le dimos un tratado y le pedimos que lo
leyera, que memorizara esas verdades y se olvidara de las mentiras que ya tenía
en su corazón.
Ese es el reto para mí, llena tu cabeza, corazón y mente de la
verdad, Su palabra es la verdad.
Salmos 119:11 “En mi corazón he atesorado tu palabra, para no
pecar contra ti.”
Josué 1:8 “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino
que meditarás en él d´â y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito”
Juan 8:32 “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”
** Un video sobre el agua y la botella aquí**
* El nombre fue cambiado para proteger su identidad.
Qué buena reflexión hermana. :) Así es, no somos muy distintos de Luz.
ReplyDelete1 Pedro 2:9-10 LBLA
Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios , a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; pues vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis recibido misericordia.