Me encantó
Richard Dawkins en un debate que escuché recientemente.
Sí, leíste
bien. Y, sí, me refiero al científico ateo que no sólo critica y se burla de
los cristianos, sino que también manda al mundo a hacerlo. Sí, el que escribió
“El espejismo de Dios” (The God Delusion).
Lo que
sucede es que mientras lo escuchaba me vino a la mente una vez más la GRAN
realidad de que el mundo no-cristiano y el mundo cristiano ven la misma
evidencia, simplemente llegan a conclusiones diferentes.
Richard
Dawkins, entre sus argumentos, decía que para él es absurdo pensar que la mente
que creó todas las leyes de la física y que creó un mundo tan perfectamente
estructurado fuera un Dios que se preocupe por el ser humano. No entiende
ni se puede explicar, cómo una mente TAN SUPREMA se preocupa por este
polvo en el universo.
Su punto no
es del todo errado. Es cierto, pareciera absurdo y no tiene explicación humana,
que un Dios TAN GRANDE se preocupe por seres como nosotros: imperfectos. Pero
esa es la grandeza de Dios. Es un Dios totalmente personal.
Esta es una
realidad que muchas veces se nos olvida en la práctica. En teoría decimos: ¡Qué
grande es nuestro Dios!”; pero en la práctica, lo damos por sentado.
Dios es
temible y grande
Salmos 47:2:
“Porque el Señor, el Altísimo, es temible, gran Rey sobre toda la tierra.”
Salmos 8:
1-4: “Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra,
Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los
niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para
hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus
dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para
que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?”:
Y
además,Dios es personal, y nos ama y ha enviado a su hijo para que podamos
relacionarnos con El.
Deuteronomio 10:17a: “porque el Señor, vuestro Dios es Dios de dioses y
Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible”
Que en nuestros
corazones haya siempre una actitud de adoración y agradecimiento hacia ese Dios
grande y perfecto, que hizo posible, a pesar de nosotros y el pecado, el que
tengamos la única relación eterna y realmente especial. Gracias por Jesús.
¡Qué grande es
Dios!