Wednesday, February 4, 2015

Pero todavía no...

Mi cumpleaños se acercaba. Y una personita súper especial, compañera de psicorigidez sillistica (término inventado para decir que nos sentamos siempre juntas en el mismo sitio en nuestra iglesia) decidió darme un regalito. ¡Qué bendición, me encantan los regalos!

Pero, ¡qué problema! Ella, sin saber o sabiendo lo que hacía, decidió dármelo varios días antes del día en que nací; y además decirme que aún no lo puedo abrir.

Qué tortura; Carolina García es una persona que le encanta seguir instrucciones (la mayoría de las veces), y ella me dijo que no podía abrirlo. El regalo sobresalía un poco de la funda; pude ver que había una carta, en uno de mis colores favoritos. También que era algo de tela, lo cual ya de por sí me gusta. La funda tenía dibujos de bizcochos y helados, qué delicia… pero...no podía abrirlo.

Cada día al levantarme veía la funda como un florero en el centro de la mesa. Y me recordaba: sí, te gustará. Pero todavía no.

Escribo esto, y aún no lo he abierto (mi cumple es mañana) y que ansiedad de saber qué es.Tengo que esperar a la fecha que “la dadora” dispuso para que el regalo fuese abierto. No recibiré ninguna consecuencia por abrirlo antes; pero simplemente el gozo será mayor cuando lo abra el día dispuesto. 

Okay, eso último está un poco “jalado por los moños” como decimos en dominicana, o exagerado. Pero todo para decir mi punto:

Cuántas promesas, cuántas bendiciones, cuánto gozo nos tiene Dios preparados. A veces pareciera que se abrirá la envoltura, pero no es el momento aún. A veces el regalo envuelto está como un florero frente a nosotros, pero aún no debemos abrirlo.

Esto me hizo pensar de el mayor de todos: la eternidad. No podemos abrirla hasta que sea la fecha dispuesta.

Podemos ver destellos de la eternidad; podemos saber que nos gustará pero nadie realmente sabe qué es exactamente. Sólo nos queda gozarnos en que abriremos ese regalo un día, y disfrutar que al menos sabemos algunas cosas.


Cada día al levantarnos y acercarnos a Su presencia podamos recordar aquél día que viene pronto; aquél regalo que nos llenará de gozo eterno… pero que todavía no.

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